Es sabido que la presencia o ausencia de luz afecta directamente a nuestro humor. En la proyección del diseño de un interior, la iluminación es uno de los puntos más importantes.
La mejor iluminación es sin duda la luz natural, nos aporta bienestar y calidez. A la hora de realizar una correcta distribución de los espacios de una vivienda se debe de tener en cuenta su orientación respecto al recorrido del sol, sabremos por donde entrará esa luz natural y sus variaciones según las estaciones del año. En términos generales, la vertiente sur y poniente es la más habitual para situar la zona de día y el norte y oeste para la zona de noche.
Las aberturas también son clave ya que influye en la posición de ciertos mobiliarios dentro del espacio. La entrada de luz natural se puede potenciar o disminuir según la necesidad mediante la elección de los revestimientos que rodean las aberturas. Los límites blancos o de colores claros ayudan al reflejo y propagación de la misma, mientras que los oscuros la absorben.
Cuando la luz solar desaparece recurrimos entonces a la luz artificial. Estas determinan las sensaciones que se generen y la funcionalidad del espacio según el color, intensidad y ubicación.Existen cuatro tipos básicos de iluminación artificial.
Otro aspecto a tener en cuenta es la temperatura de la bombilla. Pueden ser de luz cálida o fría. La luz cálida se relaciona al cobijo y la relajación, relacionado generalmente a un ámbito residencial. La luz fría, que son tonalidades blancas, se utiliza para mantener el cuerpo alerta y estimulado.